martes, 15 de mayo de 2012

En busca de Jack (el DesTRIPador)

Septiembre de 1888, Londres.

Hace un frío del copón. Para colmo, y por culpa de la espesa niebla, al ir a encender la pipa, me he chamuscado la perilla. Maldita sea, igual va a tener razón mi madre, y tenía que haber opositado a Correos.

Permítanme que me presente.

Mi nombre es Tom Marmande, pero mis amigos me llaman Cherry. Es que me quieren mucho. Soy inspector de policía, y últimamente ando tras los pasos del puñetero Jack el DesTRIPador. Y digo puñetero, más que nada porque no hay manera humana de dar con él. He consultado la guía telefónica, he puesto anuncios en El Trajín, incluso he tenido una tensa conversación con el cotilla del 5º. Nada, todos mis esfuerzos han sido en vano.

Mi jefe en Scotland Yard, piensa que estoy demasiado obsesionado con el caso, y quiere que me tome unas vacaciones pagadas. Pagadas por mi, claro. Y de paso, asignar la investigación a otro inspector. De eso, ni hablar. Hasta ahí podíamos llegar.

Lo que no sabe mi jefe, es el motivo oculto de mi mayúsculo interés por atrapar a ese criminal.

Todos los detectives, deseamos dedicarnos a una gratificante actividad tras nuestro retiro: A Sherlock Holmes le pirraba la apicultura, mientras que Hércules Poirot deseaba exprimir sus células grises con el cultivo de los calabacines...

Pues bien, mi mayor deseo, es poder dedicarme al macetohuerto, una vez haya conseguido mi ansiado retiro. Que tal y como está el tema, vaya usted a saber cuándo será eso, pero en fin...

Ahora bien, hay una cosa que me tiene harto preocupado. Que me tiene harto y preocupado, vamos. Me refiero a las temibles plagas.

A lo largo de toda mi carrera profesional contra el crimen, he logrado resolver casos aparentemente irresolubles, he atrapado criminales culpables de horrendos asesinatos, he restituido valiosísimas joyas a sus legítimos dueños, y sin embargo, soy incapaz de dar con el remedio de-fi-ni-ti-vo que elimine de-fi-ni-ti-va-men-te ciertas plagas de mi adorado macetohuerto. Cagontó, que diría el filósofo.

En estos momentos, mi balcón sufre una incipiente plaga de trips. Y no es cuestión de dejar que se reproduzcan a lo burro, y me joroben las plantas. Que después vendrá la araña roja, y las rematará.

Yo les enseño mi placa de inspector, pero se quedan igual. Ni se van, ni nada. A veces incluso, me parece oir una diminuta risita. Igual es mi imaginación, o la vecina de al lado, no se.

Así pues, he tomado una decisión. Mientras localizo al temible Jack el DesTRIPador para que me ayude con la tarea, he comprado unas trampas cromáticas con ungüento pegajoso incorporado.

Adjunto al presente informe, una fotografía de uno de los artefactos, en la que se puede apreciar las primeras víctimas. R.I.P.

De paso, adjunto otras fotografías, en las que aparecen dos capullos (con perdón) de flor de cebolla, el apio también en flor, una panorámica general del macetohuerto, y unas hojas de tomatera, con señales evidentes de haber sido masticadas por unos cuantos trips, sin consideración alguna por la propiedad ajena.

Firmado:
Tom Marmande
Detective Inspector, placa nº 69.