lunes, 23 de agosto de 2010

Yo es que m’escojono.

Pues eso, que m'escojono.

En mis balcones ocurren cosas raras. Sí, sí... como os lo cuento. Ocurren cosas imposibles, extrañas, improbables. Fijaos bien en esta última palabra, porque dentro de unos párrafos la volveréis a leer.



A mi balcón, orientado al norte (creo que lo he dicho ya unas cuantas veces), el sol lo visita únicamente en dos ocasiones a lo largo del dia. Eso, si hablamos del verano, porque el resto del año no se dirigen la palabra. Es que ni se miran. Deben estar enfadados por algo. Vaya usted a saber.

El caso es que cuando amanece, el sol se asoma tímidamente por la derecha, y mira de refilón, con disimulo. Y como mi balcón le ignora completamente, a la hora más o menos ya no se le ve. Normal, se va en busca de terrazas más dicharacheras. Que las hay.

De nuevo, cuando el sol se pone, se asoma tímidamente, esta vez por la izquierda, otra horita más. La misma indiferencia. Yo no se qué les pasa, pero por lo visto el asunto es serio. Casi ni se miran.

Allá ellos con los líos que puedan tener, eso a mí me da igual.

Pero lo que no me da igual, es que por culpa de sus riñas, a mi balcón sólo llega luz directa del sol un par de horas en total.

Y todo esto quizás os parezca raro, pero lo verdaderamente raro está por llegar.

Porque en mi balcón, se supone que no se podría cultivar nada del otro jueves. Ni del resto de días de la semana.

Y si no, fijaos, lo que me tocaba leer hace un par de años, con la música de fondo de mis lloriqueos, quejidos, suspiros y castañetear de dientes (también se oían mis tripas, pero porque tenía hambre):

Plantas en casa

Si no puede disponer de sol en abundancia, trate con las espinacas, los rábanos y la remolacha; es improbable que crezcan bien otras especies y muy fácil que sean atacadas por los parásitos.

“El huerto – Enciclopedia de jardinería”

En un lugar con poco sol (menos de 4 horas diarias), sólo pueden cultivarse algunas, como lechuga, espinaca o perejil.

Lee uno esto, y se le caen los calzoncillos. Es que no es para menos.

O sea: ¿Me tengo que hacer a la idea de que no puedo cultivar tomates y pimientos? ¿No voy a poder disfrutar de unos pepinos recién recolectados? ¿He de olvidarme de cebollas y ajos?

Una vez que se te cae el alma a los pies (encima de los calzoncillos, ya es mala suerte), tienes varias opciones a elegir. Por ejemplo:

1. Te rindes, y te conformas con los rábanos, las espinacas y las lechugas.
2. Te rindes del todo y se acabó el huerto urbano.
3. No te rindes.

Y yo no me rendí. Y eso ya es raro, oigan.

Pero claro, sólo con rendirse no es suficiente. Hay que hacer pruebas, sembrar, mirar dónde llega más luz, subir un poquito las macetas, poner tutores, las plantas más bajas delante, las más altas detrás, tirar la pared del vecino...

Con que os diga que he llegado a entutorar patatas... No miento, hay imágenes de esto en el blog.

Cuando recojo unos tomates del balcón, los lavo, los corto y los pongo en la ensalada, a veces me acuerdo de los textos anteriores. Y entonces es cuando m’escojono.

La moraleja de todo esto no es una urbanización de Madrid.

Si alguien quiere tener un huerto en un balcón, es que tiene algo de soñador, y ahí está la clave del éxito. Hay que soñar en lo que se desea, y utilizar las neuronas (en mi caso sólo una, pero muy gooooorda e inquieta) para hallar la solución al problema, y sobre todo, hacer las cosas con cariño, con pasión, sin tirar la toalla a la mínima dificultad, porque en mi caso seguro que cae también encima de los calzoncillos.

Y digo que en mi balcón pasan cosas raras, porque cultivo cosas que se supone que no se pueden cultivar. Me refiero a la falta de luz solar, no seáis malos.

Este año, he tenido una variedad y cantidad de tomates espectacular (de pera, marmande, cherry, ciliegia, monfavet), pepinos grandes y sabrosos, pimientos, cebollas... además de coliflores, puerros y patatas.

Y espero tener dentro de poco una mini cosecha de maíz dulce, y algo de apio.

Hay que ser más optimista. Este texto sí lo es:

“El huerto – Guía completa”

En el balcón... Al tener forzosamente más sombra y rincones resguardados, las especies más adecuadas son las que tienen mayor desarrollo en altura (tomates, judías y judías tiernas trepadoras, pepinos, etc.).

Pues eso, quien quiera tener un huerto urbano en un balcón, pequeño, con poca luz, etc., ya sabe lo que tiene que hacer para disfrutar de su sueño: escojonarse.

Por cierto, si, como en mi caso, los calzoncillos están limpios, no hay nada que temer. He dicho.

Otro día, hablaré de la imposibilidad de producir compost, en un contenedor de menos de 1m3.

Y no sigo, que me da la risa.