jueves, 19 de noviembre de 2009

Reflexiones de alto nivel

Inicio aquí, una serie de pensamientos propios, caracterizados por su profundidad filosófica.

"No vales ni para compost"

Terrible insulto, que deja KO ipso facto al destinatario del mismo.

Si en el fragor de la batalla le dices esto a la pareja, a un amigo, a un familiar... una vez pasada la bronca, siempre puedes decir: "no, si yo lo decia porque no eres materia orgánica vegetal".

Si no sabe lo que es el compost, no entenderá nada de nada, y su cabreo irá en aumento.

El que avisa no es traidor (si acaso, agorero o cenizo).


"Me he comprado un reloj de chichinabo"

O una corbata, una batidora... eso es lo de menos. Lo importante aquí, es "de chichinabo".

Porque, ¿qué es un chichinabo? ¿una crucífera emparentada con el colinabo?

Normalmente, utilizamos esta expresión para referirnos a algo barato, que cumple justito con sus funciones, y que presumiblemente tendrá una vida útil muy corta.

Parece claro que la palabra está compuesta a su vez por otras dos: chichi y nabo, por lo que entramos en un terreno para mayores de 18 años.

Como mi edad mental es inferior, dejo el tema, pues no tengo la autorización pertinente de mis progenitales.

Digo... progenitores.

Vaaaaleeeee... ya me tomo la medicación.

jueves, 12 de noviembre de 2009

La historia del patito guapo

No, no... no me he equivocado en el título.

Lo que os voy a contar es como el cuento del patito feo, pero al revés.

Hace unos meses, en la parcela de mi padre tras un labrado con tractor, encontré un "bulbo".

Pequeño, del grosor de un dedo, con formas abultadas donde se supone que están las raíces, y el inicio de lo que parecia era un tallo seco.

Yo pensé que era el bulbo de lo que llamamos por aquí "alls porros", una especie de ajopuerro silvestre, que se ve de vez en cuando en la parcela de mi padre, y nos encantan.

Pues nada, me lo llevo a casa.

Al cabo del tiempo, lo ví dejado de la mano de Dios, en la estanteria donde lo puse, y me dije que era hora de liliáceas, por lo que habia que ponerlo en una maceta.

Así lo hice, y cuál fue mi sorpresa ver que al dia siguiente, ya emergia el tallo, estrecho, verde... como un ajo tierno.

Mi mente iba lejos, y ya estaba pensando en forrarme cultivando el "all porro" silvestre en cautividad.

Pasaron los dias, y el "tallo" ya tenia varias hojas, pero cada vez se parecia menos a una liliácea: las hojas son demasiado finas.

Pensé, pensé... hallé la solución al enigma, y... ¡¡¡bluf!!! ¡¡¡mi gozo en un pozo!!!

De pronto, recordé que hay más tipos de plantas silvestres que nacen en la parcela a su libre albedrio, y que una de ellas se parecia mucho (pero mucho, ¿eh?) a mi "all porro".

Cerrad los ojos, no sigais leyendo, pensad vosotros también... ¿a cuál me refiero?

Sí, sí... acertásteis... ¡¡¡la chumsa, junça, juncia, castañuela o como querais llamarle!!!

El enemigo en casa.

¿A que no me he equivocado en el título?

Lado malo de la historia: No me haré muchomillonario cultivando el apreciado "all porro" silvestre en cautividad (por cierto, era broma, con unos pocos para consumo propio me conformo).

Lado bueno de la historia: La naturaleza, sigue sorprendiendo. Que no es moco de pavo. Digo... ¡¡¡de pato!!!

Saludos.

PD: En cuanto acabeis de reir, os pongo la foto.

Más información acerca de la juncia: http://www.agroterra.com/foro/foros/forum_posts.asp?TID=1200

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Reflexiones macetohuerteriles

Desde hace unos meses, tengo la suerte de poder contar con un trocito de tierra en una parcelita que compró mi padre.

Como no tengo mucho tiempo, no cultivo allí tanto como quisiera, pero alguna cosa voy haciendo, aunque mantengo el balcón como escenario principal de mis estropicios huerteriles.

Me gusta el cultivo en balcón porque en cualquier momento puedo salir a echar un vistazo, a regar... o simplemente a observar y disfrutar. Da tanta paz, que la Seguridad Social tendria que prescribirlo.

Ya me gustaria a mí tener una amplia terraza, o un bonito jardín, pero de momento es lo que tengo, y si hay algo que he aprendido en estos años de vida, es que hay que disfrutar con lo que se tiene, y no esperar eternamente a tener “eso”, y a partir de “ese” momento, empezar a disfrutar la vida. Porque entonces... vaya usted a saber si no cascamos antes. Y ya no hay nada que hacer, excepto cultivar... malvas.

A lo que voy, es a que tener la inmensa suerte de poder disponer de un pedacito de tierra, me ha hecho ver lo diferente que puede llegar a ser el cultivo en una parcela, del cultivo en macetas en un balcón.

¿Obvio, verdad? Pues si es tan obvio, ¿por qué no se tiene en cuenta?

Si consultamos tablas para saber cuándo cultivar tal cosa, en internet, en un libro... e incluso si preguntamos a un experto, podemos obtener respuestas que no se adaptan a lo que nosotros tenemos.

Y entonces, llega el desastre, porque la cosa no funciona como se esperaba.

Un ejemplo claro, lo tengo en mi balcón.

Hace unos 5 años, vivia en otro piso, orientado al sur. Aquello era un horno. Desde que salia el sol, hasta que se escondia, sus rayos daban insistentemente al balcón. Allí hice mis primeros pinitos con hortalizas, y se achicharraban literalmente. Para tratar de evitarlo en lo posible, tuve que instalar un toldo.

Ahora, vivo en otro sitio, pero en la misma población. La direrencia, es que este piso está orientado al norte, y mi problema es el contrario: falta de luz.

¿Cuál es el problema?

Pues que en una parcela a 200 metros de mi casa pueden estar creciendo las tomateras a un ritmo trepidante, y en mi balcón estar todavia en pañales. Y los semilleros se ahílan. Tremendo problema, si también uso el balcón como “fábrica” de plantones para el huerto.

Y en un balcón, por lo general, la luz sólo viene de una dirección, más lateral que vertical, puesto que suele estar rodeado de paredes.

Así pues, no me puedo fiar al 100% de lo que dicen las tablas de cultivo, de mis libros, o de lo que pone el sobre de semillas. Mi balcón es un mundo aparte. Y el tuyo, y el de aquél, y el de...

¿Hay más diferencias entre cultivar en un balcón y en una parcela de tierra? Pues sí.

Ya sabemos que la orientación es importantísima.

En un balcón las plantas están en una mesa de cultivo, en una jardinera, en una maceta, en un saco de cultivo...

Las macetas de plástico tienen el problema de que, en verano, se calientan (y se estropean las raíces), y en invierno, se enfrian (y se estropean las raíces), pero la humedad se mantiene mejor. Por lo tanto, no hay que regar en exceso.

En las macetas de arcilla, la humedad se filtra por los poros, por lo que hay que regar más a menudo, sobre todo en verano.

Más cosas. La tierra.

En el campo tenemos “bichitos” en la tierra, que cumplen su función. Descomponen los restos vegetales, generando los alimentos imprescindibles para las plantas.

En una maceta, la cosa cambia. No hay tanta "fauna", y hay que tener mucho cuidado en cómo abonamos, en cómo mantenemos el sustrato con nutrientes. En el campo también, por supuesto, pero en una maceta nos pasamos un poco con el fertilizante, y... adiós plantas.

Podemos tratar de generar nuestro propio compost en el balcón. Estoy en ello, he cambiado el recipiente, y ya os infomaré de cómo va. El problema es siempre la falta de espacio.

El agua.

Un exceso de riego en maceta puede ser mortal. Mejor regar poco, que regar mucho. Las raíces se asfixian, se pudren, y adiós.

¿Y qué pasa cuando llueve? Puede llegar a ser un tremendo problema si no tenemos un buen sistema de drenaje. Ya sabeis: la famosa capa de drenaje en el fondo de la maceta.

Y, ojo, con los platos que ponemos debajo de las macetas. Cumplen con su función, para evitar que el vecino de abajo se nos cabree, pero tenemos que procurar algún medio para que el fondo de la maceta no esté en contacto permanente con el agua del plato, en caso de lluvias abundantes. Un remedio para esto es poner tapones en el plato.

A veces, echo de menos un buen libro orientado al cultivo en balcones.

Menudo tostón os he soltado.

Saludos.